Se trata de retrasar o evitar los efectos que el calor de un incendio provoca en las estructuras y elementos portantes de los edificios. La protección se realiza mediante materiales aislantes capaces de resistir altas temperaturas.
Cuando las estructuras alcanzan una temperatura crítica, pierden sus cualidades portantes y se puede provocar un derrumbamiento. Con la protección pasiva se evita y retrasa su colapso u otros daños. Empleamos sistemas adecuados para la protección de cualquier tipo de estructura, ya sea de acero, madera u hormigón, muros, forjados, etc., ensayados en laboratorios acreditados para el uso al que se destinan.